miércoles, 24 de diciembre de 2008

Percepciones cotidianas


Caminé y encontré la puerta que me llevó a descubrir las contradicciones de nuestro encuentro. Tú no fuiste un escape a mi soledad o una fuga de represiones; en tí descubrí el tiempo pérdido de mi esencia y frente a tú piel perdoné mis días hundidos en el abandono. Ya no eras una imagen impresa en offset o un recuerdo de mis andares solitarios entre los pasillos de Facultad escuchando la voz de tu poesía; eras una presencia a la que podía olfatear cuando estuviera cerca y beber cuando lejos de mí.
Que extraño se tornó el mundo cuando llegaste, se quebraron los planes e iniciaron las esperanzas; se borró el miedo al tiempo que una vez se desvaneció en aquel reloj de arena que compré en Egipto, pensando que algún día entendería el por qué de tanto sufrimiento en mi carne.
Hoy, beso tú rostro y me pierdo entre lo desconocido de tus pensamientos.

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