domingo, 28 de diciembre de 2008

Borrando tú historia en mi piel

http://www.youtube.com/watch?v=iIBRC56GNSM&feature=related
Ella yace desnuda en un piso al que llamó su locura. Su ojo derecho me observa, siempre le había prometido hacer un trabajo de arte acerca de su cuerpo porque ella decía que no volvería a tener esa misma piel en diez años. Vivía obsesionada con el tiempo que nos separaba, con sus arrugas y con sus zapatillas para bailar tango; decía que así podía borrar la heridas que Jim había tatuado en su cuerpo.
Yo la amaba porque entre ella y yo no había ningún vínculo que nos comprometiera sino el arte, se daba completa en el momento y no volvía a verla en algunos días, a veces semanas. No obstante, y es algo que no podía evitar, la necesitaba. Mireya era mía y me complacía saber que ningún otro hombre la poseyera como yo, haciamos el amor cual amantes castos y a ella nunca le importaron las mujeres que mi profesión me obligaba a tener al lado. La llamé, mi alma, porque su ternura me convertía en una deidad; era una mujer deseada por muchos hombres, culta y apasionante. Eso a ella no le importaba, vivía para darse. Su olor estaba impregnado en mi nariz cual esencia de narciso. Cuando la conocí, sentí la paz que no había encontrado en ninguna mujer.
En todas las mujeres la buscaba y en ninguna de ellas la encontraba, Mireya era única. Ella lo sabía y se me entregaba completa.

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